Anoche se emitió en Televisión Española el esperado programa "Tengo una pregunta para usted", adaptación del modelo original francés en el que un conjunto formado por 100 ciudadanos, en representación de la población española, tuvo la oportunidad de hacer diferentes preguntas de tú a tú a José Luis Rodríguez Zapatero. El programa, que fue líder de audiencia alcanzando un 30% de share, no respondió según los sondeos a las expectativas generadas. Si bien esperaban un programa ameno y cercano en el que se diese respuesta a cuestiones importantes que preocupan a la ciudadanía, muchos reconocen haber malgastado dos horas de su tiempo siendo espectadores de un tedioso discurso político que poco o nada tenía que ver con el "encuentro cercano con el Presidente" que el formato original venía vendiendo.
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La decepción ante el programa no sólo vino dada por un problema de formato (sólo se respondieron 42 preguntas de las 100 previstas por cuestiones de tiempo), sino también por las formas: el Presidente lo utilizó como una vía de discurso político en propaganda del gobierno. No critico este comportamiento, ya que Zapatero fue muy correcto en todo momento y sus palabras fueron siempre muy acertadas, pero el "presi" tendría que haber sido más inteligente y debería haber aprovechado esta oportunidad para mostrar su cara más humana ante los ciudadanos, mostrándose más cercano y familiar.
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Supongo que Zapatero habrá aprendido a partir de anoche que con estadísticas y datos macroeconómicos no es posible ganarse a la gente, el pueblo espera otra cosa. Fácil lo tiene ahora Rajoy para enfrentarse a los 100 individuos que dentro de un mes tendrán la oportunidad de preguntar al líder de la oposición.
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CAFÉ Y AUTOCRÍTICA
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El café... el eterno objeto de polémica; seguramente nuestro "presi" se lo pensará dos veces a la hora de tomarse un capuchino. Es irónico que después de dos horas de preguntas el precio del café haya sido el tema protagonista de tantos artículos y posts, llegando incluso a convertirse en portada de diarios como EL PAÍS. Y digo irónico porque se critica al Presidente por sus respuestas redundantes y su falta de cercanía hacia los invitados, pero curiosamente después de este programa que pretendía solventar ciertas dudas y cuestiones de la ciudadanía sólo se ha extraído una única conclusión: ZP no tiene ni idea de lo que cuesta un café.
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¿Es esto realmente importante? Para muchos parece ser que sí; y francamente, el comentario fue gracioso, pero el problema surge cuando la anécdota se convierte en noticia. La superficialidad de ciertos medios se hace evidente cuando el traspié de un personaje político prima sobre su mensaje de fondo. ¿Somos todos víctimas de este sensacionalismo que inunda los medios de comunicación? ¿Jugamos todos en este juego y pecamos de cinismo al condenar este tipo de comportamiento?
No hay más que echar un simple vistazo a la blogosfera (para el menos entendido: conjunto de blogs de la red) para ver qué enfoque se ha dado al acontecimiento de anoche. Después de visitar 25 blogs al azar que tenían posts sobre el programa de anoche de Televisión Española, 11 de ellos poseían titulares referentes al tema del café, mientras que el resto tenían todos al menos un despiece sobre el desafortunado comentario de ZP.
Y bien, ¿a esto se reduce todo? El café de Zapatero, el acento de "Ansar" pateando el inglés, los episodios de amor-odio a los que nos tienen acostumbrados la Espe y Gallardón... ¿en qué se está convirtiendo la política? La audiencia se está educando de forma que la gente ve los mítines políticos con los mismos ojos que ve Salsa Rosa... y nosotros como periodistas e informadores eludimos cualquier tipo de responsabilidad. A veces no sólo nos lavamos las manos, sino que nos hacemos también partícipes de esta fantochada.
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En fin, ante la imposibilidad de conseguir cambiar las reglas del juego y debido a mi más profundo aburrimiento, me retiro a tomarme un café, que en la máquina de abajo aún cuesta 45 céntimos (ay si el abuelo Patxi levantara la cabeza...).
La brecha digital entre los países desarrollados y aquellos que no lo son, es evidente. No obstante, estas diferencias se pueden aplicar también dentro de las fronteras de un país. Considerando el ejemplo de España, el uso de Internet o la telefonía móvil es distinto en cada comunidad. En Madrid, Cataluña o Canarias el porcentaje de hogares que disponen de acceso a Internet es elevado, mientras que en Extremadura, Andalucía o Castilla la Mancha no alcanzan ni el 30%.
